La membrana timpánica vibra con los sonidos, hace mover la cadena de huesecillos del oído medio quien a su vez lo transmite al oído interno para su transformación en estímulo nervioso; además, el tímpano separa completamente el oído externo del oído medio.
Así pues, cuando el tímpano tiene una perforación (por haber supurado el oído o por un traumatismo), la audición es menor y existe además una vía de infección del oído externo al oído medio.


Síntomas:
Hipoacusia de transmisión en grado variable según tamaño y posición de la perforación.
Otorrea o aparición de secreción en conducto auditivo, si hay infección.
Diagnóstico:
Historia clínica: antecedentes de supuración en oído, hábitos de natación, buceo, traumatismo en oído, etc.
Otoscopia.
Otoendoscopio: permite visualizar y grabar la imagen del tímpano además de su visualización aumentada en la pantalla LCD.
Cultivo y estudio bacteriológico si hay secreción.
Otomicroscopio: limpieza y mejor visualización de la perforación timpánica.
Audiometría tonal.
TAC craneal: en casos que se sospeche participación de mastoides.




Tratamiento:
Muchas perforaciones timpánicas recientes, cierran espontáneamente en 2-3 meses. Es fundamental mantener el oído seco y limpio mientras se recupera el tímpano, evitando que el agua penetre durante el baño, ducha, etc.

Tapón personificado de silicona
Cuando pasados unos meses comprobamos la ausencia de cierre de la perforación, podemos indicar la cirugía, que consiste en la intervención llamada Miringoplastia o Timpanoplastia tipo I, en la que ponemos un injerto vivo, normalmente pericondrio de trago o fascia (aponeurosis) de músculo temporal.